Si maldecimos, o refunfuñamos indiscriminadamente las energía también fluirá, pero en ambas direcciones no sólo hacemos daño a quien le enviamos el mensaje ... sino a nosotros mismos, por ejemplo cuando nos cobramos los errores: Que bruta fui! que mal estoy! No sirvo para nada! Me quiero morir...!
En nuestra vida personal, en el trabajo, en la calle, con los amigos... etc. Siempre que comunicamos nos proyectamos, estamos emitiendo energía.
Hay que entender el poder de la palabra y generar positivismo con cada una de las cosas que decimos, y no solo esto sino también hay que ser responsables de lo que decimos.
En nuestro trabajo, constantemente nos estamos comunicando, algunas veces por medio de nuevas ideas, otras más comunicamos sentimientos, formas de hacer las cosas, opinamos los procesos y sistemas, en otras ocasiones somos los llamados a crearlas y en otras muchas sólo las recibimos, pero impactan, no sólo a la organización sino también a las personas y no hay que olvidar que son precisamente éstas nuestro activo más preciado.
En la vida personal y profesional debemos hacer un alto y preguntarnos:
¿Qué estoy proyectando con mis palabras?
¿A dónde llegan o quién las recibe?
¿Qué decisiones he tomado por medio de lo que comunico? y
¿dónde he llegado por mi boca?
Te invito a reflexionar...¿Has medido, en algún momento el impacto de tus palabras?
Se los dejo...
PRE
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