miércoles, 1 de enero de 2014

Primero de Enero


2014

Primero de Enero.

Hoy ha sido un día que se pintó de ilusión, desde adentro sentí algo más positivo en el ambiente, creo que era eso.. una forma diferente de sentir y ver, no sé si eran los demás o era yo, pero lo sentí.  Eso que uno no sabe explicar de ver hacia delante y darse cuenta que todo puede pasar, que no somos dueños del tiempo, que no tenemos el control de nada, pero si podemos hacer lo que queremos porque hay una fuerza en el corazón que es más fuerte que yo y si no lo hago me muero.

Tenía un dolor tan grande en el pecho, hablé con angiólogas, raja yoguis, terapautas, psicólogos clínicos, amigos y hasta con mi perro, todos a su manera me dijeron que esperara, la palabra más usada fue esa: espere, descanse, no piense, no haga nada, tenga paz… esas palabras desastrosas para una persona como yo, que un minuto le parece una eternidad y con lo que  me cuesta quedarme en casa o en sólo lugar, parte del porqué trato de practicar el yoga es para lograr esa quietud pero no lo logré, todo lo contrario, sufrí una depresión de 10 días, lloré tanto, me encerré en mis ideas y pensamientos, cambié de humor minuto a minuto, por supuesto fui pésima compañía… me sumergí en mi propio caos, en mi propio vaso medio vacío.

Y tengo que admitir que me sentía bien, porque alimenté el enojo de una manera impensable, me encantó gritar, patear, sollozar, echarle la culpa a todo hasta a mi misma, me hacía sentir bien el pensar en mi cuota de responsabilidad, busqué y encontré todas mis debilidades y le di espacio al miedo para que me abrazara, por un momento me gustó, mi ego estaba complacido de tanta atención.

Bueno finalmente ayer, al filo del año, al faltar sólo tres horas para que todo terminara y yo decidiera desechar mi carrera con el año que se iba, empecé a sentirme diferente, empecé a ver  frente a mi la oportunidad de que las cosas podrían ser mejores y entender que había sido victima de un sistema, que el aprendizaje era lograr soportar sin morir, que hay que aprender a decir la verdad a medias, que las cosas no son como parecen y que la fe es el pilar de toda actitud y actividad a realizar… sentí, no tan convencida sólo me dejé llevar, cuando mi cuerpo y mi mente se vieron las caras hubo un circuito, y vomité. Tenía que ser así, era demasiada amargura acumulada durante muchos días. Luego de vomitar, me sentí mejor, empecé a disfrutar las últimas dos horas de la noche… los últimos momentos de un año que me dolió, pero no me mató.

Y aquí estoy,  de vuelta a las páginas de la mañana, a la búsqueda de sueños, a las andanzas que parecen maratones en patines, de vuelta al mat de yoga que me escucha y me acompaña y conoce mi debilidad, en busca de intentar una vez más subir la montaña que me seduce día a día para conquistarla.

PC .

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